El viernes estuve en una boda de esas a las que no encuentras pega por ningún sitio.
De esas en las que no paras de sonreír y reír fruto no sólo de lo ricos que saben los mojitos y el cordero, lo bien que suena la música, lo precioso que está todo, y la buena compañía. Sino que también sonríes y ríes por lo mucho que te apetecía el día, ¡que por fin ha llegado!
Muchas son las cosas que me encantaron. Tres las que me enamoraron:
- La novia.
Irradiaba luz propia, de verdad. Cero nervios, pura energía positiva, disfrutando de su día a tope.
Adis estaba preciosa con su vestido de La Tua Pelle que combinó con unos sencilllos pendientes de diamantes talla brillante pegaditos. Recogido trenzado y maquillaje por Maria Nebrera de Bajobé.
Supo compensar perfectamente la importancia de su vestido con joyas mínimal, quitándose el pelo de los hombros y prescindiendo de velo y tocado. PERFECTA.
- La finca.
La Antigua Fábrica de Harinas es una de las fincas más bonitas para celebrar bodas que conozco.
Ceremonia, cocktail y cena al aire libre rodeados de jardines de ensueño perfectos para disfrutar de una noche de verano sin nada de calor.
- Los detalles.
Todo estaba cuidado al milímetro para que los invitados disfrutáramos en todo momento.
Zapatillas y pasminas para las invitadas frioleras y con dolor de pies. Meseros personalizados con el viaje de los novios a Australia. Millones de artículos de higiene en el baño.
Mi preferido: las chuches, los bombones y las piruletas personalizados con la carita de Camilo, el perrito de los novios.
Me puse vestido de Miss Selfridge, sandalias Nine West, gargantilla y cinturón Forever 21, y repetí el bolsito préstamo de mi suegra. Las ondas naturales me las hicieron en Andressa Santana.