seaofgirasoles |
Esta semana he tenido una experiencia de esas en las que, hasta que no das quince mil vueltas a algo, no te convences de que el primer impulso era el realmente bueno. Y piensas: "más me hubiera valido hacerle caso a mi instinto desde el primer momento en vez de dejarme arrastrar por teorías racionalistas...".
Todo tuvo que ver con la COLOCACIÓN DE LOS MUEBLES EN NUESTRO NUEVO DORMITORIO.
Resulta que decidimos basarnos en la distribución que tenían los anteriores inquilinos, dando prioridad a la practicidad de las cosas, sin complicarnos.
Tras pasar dos noches fatales (sin razón alguna aparente), probé a cambiar y dormir en el otro lado de la cama, algo que no me ayudó en absoluto a superar ese malestar supuestamente infundado.