En un pis-pás.
Así de peligrosa es la cámara del móvil.
Estoy experimentado en mis carnes eso de que los cambios despiertan la mente.
Ahora está limpia, virgen y se sorprende de mucho.
Antes se quejaba perezosa, empachada de rutina madrileña, aturdida de tanto casa-transporte público-trabajo VS trabajo-transporte público-casa.
Mi entorno ha variado y de repente las cosas están nítidas.
Aprecio cada detalle de ellas, pasen ante mis ojos o lo haga yo ante ellas.
Embobada bebo del encanto de lo cotidiano. Los pequeños placeres del día a día vuelven a tener sentido.
Mucho sentido.
Y no me resisto a inmortalizarlos chutando, chutando, y volviendo a chutar.