Ya la he incluido en el grupo de películas que marcan y significan literalmente una etapa de mi vida, como Casa de Locos o Cinema Paradiso . Más buenas o malas, la narran como si un usurpador se hubiera colado en mi cabeza y corazón para exprimir todo aquello en un guión, imágenes y música.
Volver a verlas es como hacer inventario de mis pasos. Algo así como hacer psicoanálisis seleccionando como herramienta la vista aérea de Google Maps de mi propia historia y situación. Hacerme recordar el por qué de ese o este momento para vivir más intensamente los pros del ahora.
Y es que reconozco que a veces me pongo en plan madrileña-melancólica, sobre todo, después de recibir visita de seres queridos en casa. Tres días de intensa convivencia, conversaciones y mucha actividad hace que los lazos de la distancia se estrechen y de penita decir hasta luego.
Después llega la sequía de la inspiración. La ausencia me despluma de creatividad y ganas de escribir. No me asomo por aquí en días.
Hasta que vuelvo a escuchar las señales como en El lado bueno de las cosas (otra a la lista).
Vuelvo a la carga teniendo en la cabeza que sólo hay una oportunidad de vivirlo. Que no puedo dejar escapar un estilo de vida como éste y los beneficios que ofrece una ciudad más pequeña y costera.
Detalle del Arsenal |